domingo, 21 de diciembre de 2014

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El día 17 de diciembre de 1198 la Orden Trinitaria, fundada por S. Juan de Mata,
comenzaba su itinerario por la historia. Conocer los pasos fundacionales es
vital para conocer la voluntad del Fundador y el espíritu de la Orden.  

Eran los siglos del medioevo en que las
luchas entre cristianos y mahometanos estaban en su momento
fuerte. Las consecuencias del conflicto se percibían en la
sociedad europea y del norte de África. Miles de cautivos de
ambos bandos vivían sometidos a la pena de la más dura
esclavitud. Las costas del Mediterráneo era el entorno donde con
más agudeza se sentía el peligro de la cautividad y eran muchos
los que clamaban por la libertad de allegados y conocidos.
En este contexto, probablemente en 1.152, nacía
en Faucón (Provenza), al norte de Marsella, Juan de Mata. Desde
su más tierna infancia no se sintió ajeno al problema social de
su tiempo, tal vez más candente que en ninguna parte en el
cercano puerto de Marsella. Y, ya estudiante en la universidad de
París, su mente se llenaba de las ideas y desasosiegos que,
sobre la lacra social de la cautividad, llegaban a sus oídos.
Durante la celebración de su primera misa en París, pedía a Dios que le señalara el camino a seguir en su
sacerdocio. Fue entonces cuando tuvo la
inspiración
de
entregarse por completo a buscar la libertad de los cautivos en
manos de los musulmanes. Era el 28 de enero de 1.193. La visión
de la figura del Redentor, con dos cautivos encadenados a cada
lado, uno pálido y macilento y otro negro y deforme, era el
signo de su futura misión. El Obispo de París (Mauricio de Sully) y el Abad de S. Victor
(Guerín), presentes en la
celebración, atestiguan esta visión y serán muchos las autores
que afirmen el carácter excepcional de su inspiración.
Posteriormente plasmará esta visión en un mosaico que lo
colocará en la fachada del convento de Santo Tomás in Formis
(Roma), donde aún se conserva.
A partir de ese momento, la mente y el corazón
de Juan de Mata empezaron a diseñar su nuevo proyecto. Retirado
en Cerfroid, en la diócesis de Meaux, a unos 80 kilómetros de
París, se encontró con un grupo de ermitaños, entre los que se encontraba
Félix de Valois, que se unieron a
él y con ellos comenzó a vivir la
nueva
experiencia
. Fue hacia
el 1.194.
Pasado el tiempo y viendo el desarrollo de su
idea, sintió la necesidad de someter, para su reconocimiento, el
nuevo proyecto al Sumo Pontífice, Inocencio III. Quería actuar
bajo la protección y reconocimiento de la Iglesia. Sería el
primer fundador que diera oficialmente este paso de
reconocimiento eclesial. A tal fin, en 1.198 se dirigía a Roma
y, recibido por el Pontífice, sería remitido de nuevo a París
a recabar información y opinión de su Obispo. De nuevo en Roma
a finales del año, llevando consigo las cartas solicitadas, el
17 de diciembre, a través de la Bula "Operante divinae
dispositionis", el Papa Inocencio III reconocía la Orden y
aprobaba la Regla de la nueva institución que, bajo la
advocación de la Trinidad ('a los hermanos de la Santa
Trinidad', se dirigirá en la Bula), hará presente en la Iglesia
la misión redentora de Jesucristo.
Desde ese momento, su figura y su obra,
en la Iglesia y en la sociedad del siglo XIII y posteriores,
será la referencia de libertad para los cautivos en manos de los
mahometanos y el faro luminoso que irradie nuevos aires de
redención en las víctimas de la cautividad. Figuras como
Cervantes y otros miles de cautivos sentirán en su vida la
fuerza liberadora del nuevo proyecto de San Juan de Mata.






 






                                            


          Grabado
de Cerfroid                                                                                              
Urna de J.Mata                                                                                
 
Ruinas de S.Tomás un Formis       









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